* (minicuento)
* A las cinco de la tarde de cada viernes, minutos más, minutos menos, el fin de semana comienza a gotear su tristeza sobre mi vida.
Es en ese momento cuando todos cerramos los cajones presurosos y levantamos nuestros campamentos burocráticos de papeles, fórmica y ordenadores.
Mientras los otros se despiden de la oficina con las sonrisas más amplias de la semana, ansiosos por llegar hasta los suyos, nosotros nos quedamos sin los nuestros. Cada uno sin el otro durante esos interminables dos días. Porque tú vas a los brazos de tu marido y yo a los de mi mujer.
Duro y real. Chan Chan.
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