LOS FUNCIONARIOS DESCONOCEN EL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD QUE DEBEN PRESERVAR
A raíz de un reciente debate en Facebook sobre tango y turismo, traigo el tema, con esta foto que tomé en la Feria Internacional de Turismo (FIT) en la Rural de Palermo, y que oportunamente publiqué en FB con el título "LAMENTABLE EXHIBICIÓN DE TANGO EN EL STAND DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES".
En la FIT, en el stand de San Juan daban a probar al público su mejor dulce de membrillo; Córdoba, sus mejores chacinados; La Rioja, sus mejores aceitunas; Misiones, unos mates espectaculares, y de El Calafate hasta trajeron trozos de hielo del glaciar. Es decir, cada uno ofrecía lo más auténtico y representativo que tenía en su rubro. Entonces ¿por qué la Ciudad de Buenos Aires mostró un tango artificial y desabrido que nada tiene que ver con lo que baila la gente en las milongas?
Pusieron a un pareja de buenísimos bailarines de contemporáneo o clásico, a los que supongo que les pidieron que armaran una coreografía con música de tango e hicieran lo que sabían, y salió lo de la foto. Pero el tema es ¿El gobierno porteño (y lo hago extensivo al Nacional y a los embajadores en sus promociones turísticas en el exterior) no tiene algún funcionario que haya pisado alguna vez una milonga?
Para colmo, si bien la cultura tanguera cala fuerte en cuanto a música y letras en el grueso de la gente, muchos de los asistentes a la feria que no lo bailan, y algunos cuando ven esa caricatura, creen que es así, y aplauden.
Pero lo más lamentable es que después de ver eso, muchos de quienes querrían aprender a bailar no lo hacen, porque suponen que deberán hacer todas esas acrobacias y no se animan a empezar y se convierten en milongueros frustrados.
No digo que lleven cualquier tipo que va a la milonga, porque no todos bailan como para exhibición. Pero podrían, por ejemplo, llamar a los ganadores del primer Campeonato Mundial 2004, Coca y Osvaldo (ojo, porque ahora los campeonatos también están bajo sospecha de acomodos y objetivos turísticos más que tangueros, y de eso también escribiré).
Coca y Osvaldo son una pareja mayor con aspecto de viejitos piola de barrio. Ella, petisa y caderona, siempre con ropas de ama de casa que sale una noche al centro, tacos apenas lo necesario de altos para ser zapatos de tango; él, flaquito y consumido, camisa chingada y agitado, porque sólo le funciona un pulmón y no puede bailar más de 2 ó 3 tangos seguidos. Pero cómo lo bailan: caminadito, al compás, sensuales, con pausas, armonía y mucho sentimiento.
Pero claro, eso no es espectacular para los turistas y la gilada se aburre. Y ahí está la cuestión: el tango no es un producto turístico ni un entretenimiento, es un sentimiento. La expresión vertical de un sentimiento horizontal, como dijo alguien. Y eso, los polìticos, empresarios y burócratas, nunca van a entenderlo.
El Tango fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Bien, cuando la ONU declara Patrimonio de la Humanidad (Cultural, Histórico, Natural, etc.) a algo, la intención es preservarlo. En Colonia, Uruguay, no se puede alterar la arquitectura de la ciudad antigua; en Península Valdés está prohibido construir nuevos edificios; en la Quebrada de Humahuaca no se puede hacer una autopista para recorrerla ni poner elevadores en los cerros, y así con todos los Patrimonios de la Humanidad, se los puede ver y disfrutar pero no alterarlos. Entonces ¿por qué no tratar de la misma manera al Tango? Conservar su tradición y códigos de origen desde el Estado, y me refiero a los gobiernos de Buenos Aires y Montevideo, que reciben cientos de miles de dólares de la ONU, como responsables de ese patrimonio. Los particulares, que enseñen como quieran en sus escuelas (tango nuevo, fantasía, acrobacia o bailado sobre las manos si se les canta), pero desde el Estado, que se lo cuide como es y como lo siente la gente que lo mantiene vivo.-
Por Gustavo Espeche Ortiz
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