En el centro sur de

Las sierras no son un espejismo, pero su imagen no está exenta de las ilusiones ópticas con que juegan todos los desiertos, porque no son tan altas como parecen desde la ruta al contrastar con la hasta entonces infinita llanura, ya que la más elevada no llega a los 600 metros . Luego, de cerca, se comprobará que tampoco son azules.
En un recorrido que para el centralismo capitalino podría ser un “viaje al revés”, esta aproximación a Lihué Calel no es la típica desde Buenos Aires, con parada en Santa Rosa -como sugiere la mayoría de las guías- sino desde el sur, entrando desde Río Negro y rodando los últimos 120 kilómetros hacia el este por una recta interminable de la ruta nacional 152.

Tras esa recta aparece Puelches, que a pesar de su aspecto de pueblo fantasma es una parada obligada debido a su estación de servicio y su cafetería, que garantizan la continuidad del viaje hasta una próxima urbe. Los siguientes 35 kilómetros pasan rápido y luego de una seguidilla de curvas y contracurvas aparece a la izquierda una construcción semejante a una tranquera, que es la entrada al parque, al que varias cartografías y la Dirección Nacional de Vialidad Nacional se empeñan en llamar Lihuel Calel.
EL OASIS

Ya en el camping las sierras pierden su tono azulado y en sus numerosas rocas de origen volcánico fragmentadas predomina el rojo oscuro, con espacios verdosos, blancos y amarillos, según los líquenes, residuos salitrosos y minerales de su superficie.
Con un poco de audacia y bastante agua de reserva, en las tardes es posible recorrer los seis kilómetros de la senda peatonal que bordea el Namuncurá, al final de la cual, siguiendo el curso del Arroyo de las Sierras hacia la izquierda, se caminará por el sendero de interpretación Valle de las Pinturas. A la derecha de éste se verán los restos del casco de la estancia Santa María.

El ascenso al cerro De la Sociedad Científica es uno de los paseos más interesantes y culmina en el mirador natural de la cima, a 590 metros de altitud, desde donde se domina con la vista todo el parque y sus alrededores. El cielo está siempre dominado por los rapaces de la región, como águilas, jotes, caranchos y halcones, que sobrevuelan en círculos en busca de alimento o simplemente flotan aprovechando las corrientes de aire cálido.
Si bien la subida demanda una caminata de mediana dificultad de unos mil metros de extensión total, es recomendable hacerlo muy temprano, porque en las horas más tórridas el visitante corre riesgo de una insolación o deshidratación, ya que difícilmente pueda portar toda el agua necesaria.
Otra opción es el recorrido circular del Valle de los Angelitos, que parte de las oficinas de los guardaparques, en el cual se pueden avistar desde muy cerca, bajo caldenes y sombras de toros, familias de guanacos, jabalíes y hasta algún ciervo colorado descansando en la quietud de la siesta, semioculto entre espinales y alpatacos. Como todos los recorridos, se puede realizar a pie, pero sus aproximadamente 15 kilómetros hacen aconsejable utilizar algún vehículo

A diferencia de otros parques nacionales, nadie va a Lihué Calel de vacaciones. La mayoría de las visitas son gente de paso, que ha aumentado desde que la ruta fue arreglada y muchos la utilizan para ir a San Carlos de Bariloche, o quienes lo hacen por un motivo puntual, como los fanáticos de la observación de fauna y estudiosos de la biodiversidad.

Como el acceso y uso del camping son gratuitos, a veces paran viajeros a quienes la noche los alcanza en la Ruta de la Muerte y, aunque ahora está asfaltada, bien señalizada y más concurrida, el mote no deja de inquietarlos y prefieren no conducir y pernoctar en ese pequeño oasis.
Hola muy interesante tu nota , te hago una consulta es una ruta muy transitada o mas bien , nula y en que epoca del año hay viento ? por que es eso lo que busco viento . no muyyyyy fuerte algo asi como 40 km . si me contestas te digo cual es la idea!
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