

Para ir, tomé unas vacaciones extras en Télam y al volver habían cambiado las autoridades. Uno de los nuevos jefes me conocía y, enterado de la caradurez que me había mandado, me dijo "escribite una nota contando todo eso". Así surgió este artículo.



Nacida en un país de inmigrantes que concentra la tercera comunidad itálica del mundo, con muchos de ellos entre sus más reconocidos creadores e intérpretes, la danza porteña -aunque representada por una compañía patagónica- jugaba casi de local en cualquier rincón de la península.
Quizás por esos antecedentes, el tango sorprendía o resultaba más extraño a los otros grupos musicales invitados que al público italiano, que lo conoce desde sus inicios y entiende su esencia, y por eso no resultó raro que la argentina fuera la única compañía extranjera que incluyó bailarines locales.

El próximo ensayo, en un caluroso mediodía, fue con los músicos, y entonces por todo el predio se corrió la voz: "Hay argentinos bailando tango". Pronto, el lugar donde la pareja en pantalones cortos y musculosas ajustaba sus movimientos con la banda, se llenó de curiosos de diversos países, que tomaban fotos y filmaban cada paso y cada figura, como si no fuese un ensayo que se interrumpía por momentos y recomenzaba, sino una función, y hasta les brindaban un cerrado aplauso al final de cada tango.
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Con amigos de Colombia, Sry Lanka y Paraguay |
Con el correr de días y pueblos -de Calabria, Abruzzo, Sicilia, Friuli y Roma, entre otras regiones- donde se compartía escenarios con variados países, en algunos casos con reencuentros, nació una camaradería con pocos idiomas en común y un gran lenguaje de gestos. Percusionistas, tecladistas o guitarristas de distintos países se prestaban sus a veces "sagrados" instrumentos y tocaban juntos en los ratos libres.


Rusos de altas botas daban saltos espectaculares, mongoles con arcos y flechas entraban amenazantes al escenario, serbios cubiertos con pieles manifestaban la antigua vida rural de su pueblo, morenos semidesnudos de Sry Lanka lanzaban fuego por la boca y los chechenos se batían a duelo de espadas que lanzaban chispas en la noche.
Los latinoamericanos movían caderas, pelvis y hombros en escenas de procesiones y ritos paganos o imitaban a las fieras, en danzas de origen africano. Los tangueros desplazaban suavemente su peso, con los pies a ras del piso, mezclando el aliento en llamativas pausas y sentadas, apurando alguna corrida o giro con un sobrepaso y enredando las piernas en "sanguchitos", "sacadas" y "ganchos".

Cuando a su mirada profesional le agregó corazón entendió este baile que la intrigaba: "ustedes no bailaban una danza, se estaban seduciendo en el escenario, es magnífico hacer eso siguiendo la música; ahora veo porqué ensayan tan poco, si es algo natural", comentó entre asombrada y maravillada.

También la misa con que se bendecía cada festival marcaba una diferencia, casi un problema, para las tangueras, ya que se debía asistir con ropas típicas, pero las ropas femeninas típicas del tango eran más dignas de un cabaré que de una iglesia. Entonces iban al templo con tacos altos, llamativos vestidos rojos o negros con tajos pronunciados, amplios escotes, brillos, flecos y medias de red, y aunque cubrían sus hombros no se salvaban de la severa mirada de devotos y de señoras que estiraban sus cuellos para verlas de arriba a abajo.

La danza más joven de esos festivales, nacida en los suburbios y conventillos, fuera de templos y cuarteles, representaba sin embargo algo mucho más antiguo -y hasta superior- a las guerras, religiones y costumbres que mostraban los otros bailes típicos: los sentimientos entre un hombre y una mujer.
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(Recuadro)
UNA COMPAÑÍA PATAGÓNICA FUE INVITADA A LOS FESTIVALES
Los Festivales de Verano de Italia se desarrollan en forma simultánea en pueblos de provincias de todas sus regiones, coordinados por la Confederación Internacional de Organizaciones de Festivales Folclóricos (CIOFF).


La CIOFF tiene delegaciones en todo el mundo y este año invitó a la compañía argentina "Petrotango", dirigida por el guitarrista de Comodoro Rivadavia Guillermo Terraza e integrada mayormente por patagónicos, aunque fue la única que luego incorporó bailarines de tango de Italia.
Entre los grupos con los cuales Argentina compartió escenarios figuraron ballets de Colombia, Paraguay, Ecuador, México, Chile, España, Portugal, Letonia, Serbia, Montenegro, Rusia, Sry Lanka, Polonia y las repúblicas rusas de Chechenia y Kalmykia.